Entre otras cosas, el escritor debe ser consciente del Código Penal que activa nada más ponerse a escribir. Van dos líneas, y ya tiene enfrente una lista de prohibiciones y de castigos. Ha empezado a narrar en primera persona, ergo ya no le es posible utilizar la primera o la tercera. Ha puesto un taco en el segundo párrafo, ergo no podrá evitarlos en las páginas siguientes, y a ver qué pone cuando llegue a la doscientos, después de dos docenas de diversos joderes y una y media de me cago en... Y si en lugar de un taco ha puesto un latinajo como ergo, pues peor aún, porque obliga a más, por ejemplo a escribir ex aequo en la tercera página y a posteriori en la octava, y cierra para siempre la vía hacia un texto serio como el que, dicho sea de paso, yo quería escribir antes de que me saliera precisamente el ergo, y la musa, Código Penal en mano, me prohibiera ese fruto.
(Bernardo Atxaga en el reportaje "La derrota de la página en blanco", Babelia, 17 Abr. 2010)