miércoles, 3 de febrero de 2010

Sobre un temor



    Los que siempre hemos sido jodidamente malos jugando al fútbol sólo teníamos dos opciones para subsistir en aquellos recreos de primaria: el honrado puesto de palomero, esperando con resignación a que algún balón despistado saliera a tu encuentro (¡cinco goles con cantimplora de Zumrok!) o la portería. Y un día, de portero, aprender por ciencia infusa a tirarte a parar los tiros rasos (yo sólo sabía tirarme hacia el lado izquierdo). Y en una de esas espectaculares (imaginas) y épicas estiradas, notar un raspón más intenso de lo normal en la rodilla (izquierda, claro). Y una terrible sospecha. Y un roto considerable en el pantalón gris del uniforme.


(lo que no me explico es cómo esta (aparentemente olvidada) sensación ha conseguido levantarme de la cama.)

3 comentarios:

  1. =) Futboleros futboleros... Por eso los mejores recreos eran los del balón prisionero y los del escondite. Mi gran temor era el pañuelo, algún día lo escribiré...

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  2. Los chicos erais unos tramposos, saliais corriendo, ocupabais las pistas y no nos dejabais jugar >_>

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